miércoles, 23 de mayo de 2012

GENERACIÓN GENOCIDA (II)

Pido perdón por la boutade con Pearl Jam: son buenos chavales y me gustan mucho sus tres primeros discos.


Los protagonistas del momentazo Seattle fueron, son y serán los inductores de la pasión por la música que constituye uno de los motores de mi vida. A continuación daré un breve apunte sobre mis favoritos. No están todos, pero los que están son imprescindibles (jodeos, fans de Pearl Jam):


NIRVANA: ¿qué puedo decir? el grupo que me enseñó a amar la música y comprender su inmenso poder curativo ante la mierda que subyace en esto que hemos convenido en llamar vida. Imposible expresar más con menos acordes. El desgañite mental y cantor de Kurt Cobain todavía nos golpea donde más duele (y recordar también la privilegiada proliferación de voces extraordinarias entre estos grupos).

MUDHONEY: los papás putativos del invento, y los menos poperos, lo cual explica su escaso éxito a nivel masivo. Su sonido es corrosivo y rotundo como pocos, siendo los mayores cultivadores del punk y la psicodelia ruidosa del momento. Mención especial para Mr. Mark Arm y su voz descomunal, directamente sacada del frenopático, y a los intrincados juegos de distorsiones entre las guitarras. Pura subterraneidad y siempre efectivos.

SOUNDGARDEN: no sé que decir ante uno de los diez mejores grupos de la Historia. Supieron evolucionar desde un heavy primario y denso hasta su maravillosa trilogía final, donde el arco de orientaciones de su sonido se vuelve estremecedor, duro, sensible, introspectivo, tímido, épico y evocador. El grupo que mejor transmitió la atmósfera húmeda y sombría del final de siglo. Y con Dios al micro: Chris Cornell, hoy lejos de su mejor forma, pero indiscutible poseedor de la voz más salvaje y bella del momento. Claro ejemplo de cómo poner la pericia instrumental al servicio de las emociones.

ALICE IN CHAINS: si no hubiese escuchado primero a Soundgarden, diría que este grupo es el noqueador de espíritus por excelencia. Menos diversos en estilo que Soundgarden, suponen otra interpretación del mundo sombrío e introspectivo del grunjerío. La angustia se enfoca esta vez desde la autodestrucción provocada por la heroína. En Layne Staley encontramos la voz más conmovedora, desgarrada y sincera del rock de los últimos veinte años. Su potencia sólo es superada por el desamparo absoluto que transmiten las maravillosas, agónicas e imaginativas atmósferas ideadas por el mago Jerry Cantrel. La escucha de Junkhead resulta el mejor reportaje nunca hecho sobre el abismo de la autodestrucción y la paranoia.

SMASHING PUMPKINS: imaginen la confusión y la pérdida de papeles que provoca esto en un mierda de 16 de años, hablando desde la voz de la experiencia. La montaña rusa de emociones en la que te sume el calvo de Chigago deja huella si se escucha a tiernas edades, merced a una calculadísima mezcla entre el tormento y el éxtasis. Sus discos son una contínua subida y bajada, bien apoyada en un superlativo talento compositivo. Los únicos que pude ver en directo. Pelotas directamente al suelo.

SCREAMING TREES: junto con Mudhoney, los más injustamente ignorados. La banda del imprescindible señor Lanegan es la menos rompedora en sonido, e inversamente proporcional a su impacto anímico. Su música huye de la desmesura de otras bandas compañeras, para ser la más sobria y madura de todas. La melancolía otoñal, los punteos hendrixianos y la belleza de las composiciones son sus poderes, unidos a la voz profunda hasta el paroxismo de Mark Lanegan, paradigma de los maravillosos efectos del tabaco sobre la voz. Una sóla nota cantada por este hombre posee más aroma y sabiduría que cierto mesías irlandés con complejo de superioridad.

GENERACIÓN GENOCIDA (I)

Las modas y las etiquetas musicales suelen ser un camino fácil para etiquetar ciertas generaciones de grupos y de estilos musicales, con la arbitrariedad que eso conlleva; no obstante, el ser humano sólo puede concentrar al 100% su atención durante 90 minutos, por eso tales etiquetas suelen ser útiles sólo para desgranar elementos mucho más complejos si se toman uno a uno. La etiqueta "grunge" fue otorgada por la prensa musical, allá por los años 90, a una hornada de bandas de rock estadounidenses que, con origen en el Estado de Washington y los aledaños de la desapacible Seattle, estaban llamados a reescribir la ética y la estética del rock duro y el punk rock setenteros. El triunfo comercial de algunas de ellas marca la salida a la superficie mainstream del llamado "rock alternativo", marca hoy prostituída hasta la naúsea por la industria. El estallido de los sonidos duros y fríos para el gran público tuvo su catalizador en el inesperado pelotazo que Nirvana protagonizaron con el éxito de Nevermind. A partir de ahí, todo sello se lanzó a la caza y captura de sus propios nirvanas, en un fenómeno contradictorio al radicalismo sonoro de muchos de esos grupos.

Tal éxito se explica por la aparición de un nuevo público criado a caballo entre el rock setentero y el descreimiento del punk, unido al progresivo estado de pasividad y desorientación que sume a la generación hija del hippismo la pérdida de valores y causas por las que luchar.

Hoy queda poco de ese conato de revuelta del mercado musical. Pero el legado estético y sentimental se atisba en nuevas tendencias, las cuales, en unos años, seguro que reinvidicarán esa especial sensibilidad como el culmen de una manera de entender el rock que quizá no daba más de sí. Sobra decir que para mí todavía no se ha vuelto a ver semejante desfile de genialidad tan agolpado. Generación coherente o simple fruto de la casualidad, la mezcla, como digo, de rock ledzeppeliano, heavy primitivo, los Stooges, Pixies y pop tradicional dieron como resultado una época (perdón por el tópico) irrepetible. Los ingredientes: melancolía, frustración, éxtasis, angustia, rabia y experimentación a un nivel asequible.


Los resultados, en breve.

ALICE IN CHAINS - LA RIVIERA - MADRID - 2006

Esta es muy entrañable. Y seis años después parece ser que sí: lo de Soundgarden es cierto.


No sé cuando voy a dejar de dar la brasa con el mismo tema, es posible que tras la experiencia de anoche haya conseguido finalmente la tan ansiada catarsis espiritual. Pero es justo lo que os estáis temiendo: ayer, contractura muscular en el brazo izquierdo mediante, asistí al chou de Alice in Chains en La Riviera. Es difícil explicar cómo una música tan oscura y decadente puede llegar a proporcionar semejante estado de éxtasis y plenitud. Quizá sea una forma de expulsar los demonios interiores y conseguir algo bello desde la más pura desolación; Nietzsche ya lo sabía. Mucho se ha hablado de lo discutible que era la reunión de Alice tras la muerte de Layne Staley, cantante original de la banda y poseedor de la voz más conmovedora de la historia del ruock (verdades como puños). Lo cierto es que, tras lo visto ayer, el respeto a la memoria del amigo desaparecido está fuera de toda duda. Ejemplar lección de humildad cuando el señor William Duvall, su sustituto, desapareció del escenario para dejar a los miembros originales darse un baño de masas.


Bien, antes de que esto se convierta en una lamida de recto en toda regla, veamos los contras (que también los hubo): cortísima duración (tienen repertorio para tres horas), técnicos de sonido susceptibles de ser hostiados y cierta frialdad inicial. A ello hay que sumar la actitud discutible de servidor, que ante su estado de salud precario, vió los primeros temas desde los balcones laterales, craso error que se vió subsanado cuando me lancé al foso en un estallido incontenible de headbanging y air guitar a saco paco. A partir de ahí, sesenta minutos (¡tacaños!) de desparrame y afonía desafinada, para desgracia de los que me rodeaban. No importa demasiado cuando se da la total comunión entre banda y público y el evento se transforma en un karaoke grunjeta. El set list fue antológico, con un Jerry Cantrell que demostró una clase sobrehumana con sus riffs envolventes y metaleros, con la base rítmica ultra-eficaz de Mike y Sean y la sorpresa absoluta que nos dió Duvall. Este cruce entre Ben Harper y el gafapasta negro de Cuatrosfera cumplió con creces, usando un registro poderoso y amplio y sin la aspereza que Staley alcanzaba cuando sacaba voz hasta el infinito, amén de ejercer como frontman sobrado de carisma y actitud. Buena elección, sin duda.


¿Y los mejores momentos? ¿Alguien en su sano juicio puede elegir entre Rooster o Down in a hole? Sólo sé que me sorprendió no haber llorado en esos momentazos, mi cuerpo sólo podía expresar sonrisa y felicidad jipiosa. Man in a box fue el principio del desfase, con su estribillo inalcanzable para nuestras gargantas; el solo de Cantrell en Damn that river, afiladísimo; el comienzo de We die young, una explosión de furia; No excuses, pura poesía; el final de Would?, adrenalítico y purificador... y puedo seguir así con todos los temas. Pero lo que de verdad me golpeó y jamás olvidaré fue Junkhead, una canción que habla sobre la aceptación de la autodestrucción como identidad y motivo de orgullo. ¿Malditismo gratuito? No se equivoquen, durante cinco minutos cientos de personas vomitamos todos los malos rollos acumulados en años de vida y ascendimos a un nivel superior de emociones y rabia constructiva. El lenguaje es vago y limitado, sobre todo cuando ves algo así a cinco metros de tus ojos incrédulos.


Me invade un deseo de infinita gratitud ante unos tipos con los que quizá nunca cruce palabra y nunca conozca personalmente, pero que representan como nadie el milagro de que el arte de verdad logre la empatía absoluta entre perfectos desconocidos. Y, por supuesto, hacia el recuerdo de Layne, una suerte de hermano anónimo.


Ya sólo falta que Dios oiga mis plegarias y Cornell deje de hacer el moñas para resucitar a mis amados Soundgarden. Ante la era del reguetón que nos acecha, uno se siente bendecido por haberse criado en el rock de los noventa. Durante sesenta rácanos minutos, fui feliz.

VIOLENCIA: UN TRIBUTO A PANTERA Y MASTODON

PANTERA: fueron el mejor grupo de metal de los años noventa, imprescindibles en la evolución del género para que éste no quedara eternamente esclavizado por los clones de Judas Priest o el virtuosismo vacío. Cowboys from hell, Vulgar display of power, Far beyond driven y The Great Southern Trendkill constituyen una inenarrable tetralogía sobre la furia, la mala hostia y el odio extremo por la sociedad. Cuesta mucho describir la descontrolada bestialidad y el estado primitivo al que te reportan estas cuatro maravillas, no aptas para oídos sensibles. Cuatro paletos de Texas consiguen poner banda sonora a nuestros deseos de arrasarlo todo, porque en USA los paletos se dedican a hacer esto mientras beben y se drogan, como aquí, pero con creatividad. El gran Dimebag Darrell fue seguramente el último gran dios de la guitarra jevirula, con sus afinaciones de ultratumba, sus solos perforadores y su increíble feeling para el riff destroza-cuellos. Puede que sólo la presencia de Phil Anselmo robase atención a Dimebag, porque este gañán xenófobo posee la voz más descomunal, agresiva, cruda y retorcida del universo. Como dicen algunos, un crooner del infierno que esconde otro inesperado talento para la introspección, como muestran los tenebrosos medios tiempos de The Great... En definitiva, con una mezcla de trash, hardcore y de los mismísimos Yudasss, Pantera se erigen como tótem de un mundo enfermo capaz de parir artefactos como éstos, en cuyo bizarrismo late un grito de desesperación.


MASTODON: sin duda, son el futuro, y además, de los pocos capaces de decir algo nuevo en un estilo tan cerrado, o que al menos lo parezca. Mastodon unen la agresividad pura con pretensiones artísticas, y lo consiguen de modo implacable. Su estilo es una mezcla de varios subgéneros, pero básicamente toman patrones del trash tradicional y lo fusionan con impensables progresiones instrumentales y unos trescientos cambios de ritmo por minuto. Algunos llaman a esto post-metal, pero a mí lo de los estilos post-loquesea no me acaba de entrar. Músicos técnicamente abrumadores (su batería Brann Dailor debe tocar con ocho brazos), siempre se muestran inquietos en la búsqueda de ambientes y sensaciones para llegar a una catarsis que nunca hubiéramos pensado posible con medios tan poco sutiles. Si no me creen, escuchen Leviathan y Blood Mountain, dos discos que constituyen una especie de pequeño diccionario del metal. Mastodon llegan para poner patas arriba las expectativas que se puedan tener sobre un disco de música extrema, porque debajo de su actitud cafre aguardan sensaciones de placidez (madre de Dios, qué medios tiempos hace esta gente:Pink Floyd fornicando con Slayer), locura y satisfacción final al haber salido insanos y salvos de la experiencia.

MUSE - PALACIO DE LOS DEPORTES - MADRID - 2007: HYSTERIA EN MADRID



El último viernes del pasado mes de octubre me dirigí presto (y bien acompañado) al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Mandril para asistir al chou que Muse presentaba en la capital de la antigüa España. Son Muse una banda que no acaba de reflejar su enorme éxito de público con el reconocimiento de la crítica más o menos especializada. El argumento usual es que representan un refrito de influencias (Radiohead, Jeff Buckley, Coldplay, Queen o Smashing Pumpkins) que, además de no aportar nada significativo, se indigestan con una epicidad y un sentido dramático desbordante. Sin embargo, esas objeciones son sus mayores bazas, ya que, a tenor de lo visto aquella noche, tales influencias y dejes quedan engranados con suma perfección.


Empecemos por la gran baza del grupo, el cantante, compositor, pianista y guitarrista Matthew Bellamy, un verdadero portento musical. El carácter grandilocuente del grupo parte precisamente de la desbordante creatividad de este señor bajito y narigudo. Voz de registro propio de un castratti, ruidismo guitarrero (atención también a su dominio del tapping) y un entusiasmo infinito en el escenario no permiten dudar de su auténtico rol de estrella talentosa. La base rítmica, además de las piruetas de Mateo, contribuyen en un 90% a la solvencia del grupo en directo, merced a unas omnipresentes líneas de bajo (¡reivindicación de los anónimos bajistas ya!) y a un batería que se luce con los breaks justos en el momento en que la canción lo pide.


Así pues, y con estas credenciales, los hijos de la Gran Bretaña no defraudaron con un concierto memorable en lo visual y en lo musical (montaje brillante con proyecciones, pantallas y chiringuito cibernético del que salía la batería). Justamente es esa epicidad y lirismo dramático lo que les condujo hasta el delirio del público, ya que las virtudes de la banda se adecúan especialmente al directo, nada fácil por otra parte si atendemos a la dificultad de plasmar ese sonido exagerado y apasionado.


El principio con Take a bow auguraba una suerte de ceremonial pop que no bajó la tensión en ningún momento, con una acertada elección de temas que no se olvidó de mis favoritas del Origin of simmetry (si llegan a tocar Space Dementia me lanzo directamente a intentar arrancar la nave espacial). Éxtasis, romance y sensación de un agradable apocalipsis festivo para una velada gratificante, donde me reconcilié con la cara más sugerente del mainstream musical. Todos mis respetos hacia un grupo en el que las influencias más evidentes han conseguido ir limándose hacia una personalidad y una ejecución en directo para el recuerdo. Es posible que con el paso del tiempo siga regocijándome al oír como se acaba el mundo.

SMASHING PUMPKINS - LAS VENTAS - JULIO 2007: SENSACIONES RARAS

Ayer asistí con los amiguetes al Pepeworld Festival celebrado en Las Ventas, atraído por los cantos de sirena emanados por el binomio Kasabian-The Killers... ¡QUE NO! Fui a ver a mis Smashing Pumpkins del alma, y a cambio tuve que tragarme las cacotas anteriormente mencionadas. Antes de ver lo que dieron de sí los de Chicago, una pequeña observación. No entiendo cuál es el gancho de las actuales bandas pop-rockeras "alternativas". Creo que un mínimo bagaje musical tengo a estas alturas para separar el grano de la paja (bueno, si no tenemos en cuenta que me la acaban de meter doblada con el cd de Melvins-Lustmord, tendré que probar a escucharlo puesto de mescalina). Siempre de acuerdo a las preferencias estéticas de cada uno, en los grupos anteriores (añadan Franz Ferdinand y en general todo los que sale en el EP3 o el Mondo Sonoro) veo ante todo un ansia de pose cool-moderniqui que soy incapaz de soportar. Y creo que se debe a la nula gracia con la que esos grupos juegan sus referencias. Desde luego que un grunge-setentero irredento tiene poca legitimidad a la hora de criticar esas cosas, y más cuando gran parte del rock de los noventa que saboreo es una ampliación de iconos veinte años anteriores. Pero, amigos, no es lo mismo la reinterpretación de unos Kyuss o unos Soundgarden sobre el mito Sabbath, que, por ejemplo, el fusilamiento contínuo del moderneo actual a costa de la new wave, The Cure o grupos garajeros más o menos de culto.

La pose y la estética son parte esencial del gran timo del rock, y el timo se convierte en espectáculo cuando a la pose se le añade ACTITUD, rasgo del cual adolecen esos grupos tan de ahora. Disculpen la digresión contra el gafapastismo de cartón-piedra (redundancia del día), pero creo firmemente que la gente que va a los conciertos "por el ambiente" o para dejarse ver debiera ser empalada.

En cuanto al casi único grupo de talento de la noche (reconozco que los Killers esos al menos entretuvieron en tres canciones), la expectación fue mitigada por el cansancio y la puta alergia. Un gallifante para los que idean festivales de una sola tarde-noche en un día laborable, hijos de puta todos ellos. Otras condiciones poco amistosas para el disfrute fueron un sonido muy poco contundente y que, definitivamente, las cosas se ven con otros ojos cuando tienes 17 años (qué sería de un post sobre los Pumpkins sin nostalgia de acné, bueno, como todo lo que escribo).

Las sensaciones extrañas fueron eso, extrañas. Porque los clásicos de siempre me sonaron sosos y con poca pegada (Today, Tonight, tonigt, Zero, 1979) y las antaño emocionantes baladitas me aburrieron (tiemblo cuando este tío empuña la guitarra de palo). Pero lo raro es que las canciones de un álbum nuevo pendiente de editar sí me hicieron vibrar (el primer tema fue un gran comienzo). Deduzco que tengo tan trillados el Mellon Collie... y el Siamese Dream que sólo con un sonido más acorde me hubieran hecho tilín de nuevo, al menos en directo, ya que los discos no han envejecido para mí. Rechazo la idea de que han perdido el mojo, porque, ya digo, los nuevos temas me sonaron bastante notables. No hubo decepción en cuanto al estado de forma de las calabazas. Corgan sigue siendo un guitarrista único (y ayer cantó muy bien), Chamberlein una puta bestia parda, y los relevos de James Iha (el asiático más chachi del rock) y D'Arcy cumplieron (apréciese la foto adjunta sobre la muchacha en cuestión).

Finiquito con otra observación: ¿por qué la prensa generalista española es tan condenadamente inútil a la hora de abordar crónicas con bandas rockeras? Ahora recuerdo reseñas en El País y El Mundo sobre Nine Inch Nails, Pearl Jam o los mismos Pumpkins de ayer donde JAMÁS ponen bien los títulos de las canciones. ¿Tanto cuesta consultar la web de los grupos y ojear los listados de temas?

PD: Vaya putísima mierda los Kasabian, hay que decirlo más. Ah, y otra razón más para cagarse en la puta calavera de los Killers: su concierto se alargó más de lo previsto y los Pumpkins acortaron el suyo por el tema de horarios. Una incorporación nueva a mi lista negra.

ORGULLO PATRIO (I)

Estamos de acuerdo en que los anglosajones son el referente incuestionable en materia de hacer ruidaco, pero sí es cierto que aquí existe gente de talento más que reivindicable. Y como suponéis, no me refiero al maldito rock calimotxero con su demagogia radikal. Al turrón, pues:


  • Sobrinus: el nombre ya delata su devoción hacia Primus, enorme power-trio yanqui de funk progresivo con toques de Zappa. Sobrinus son una mis bandas de cabecera, poseedores de una fressssshcura de altos vuelos, y tristemente disueltos hace casi dos años. Los de Sidney Gámez elaboraron tres discos repletos de imaginación, tanto en lo musical como en las letras, combinando alocadas piezas de funk rock con locuras instrumentales y momentos más introspectivos. ¿Sus poderes? La inconfudible voz pitufada y comunicativa del señor Gámez, el delicioso bajo funk de Javi y dos portentos a la batería: Loza en los dos primeros trabajos y David Parra en el último. La recomendación es extensible a todas sus obras, pero sobre todo destacaría la segunda, Zapping. Por varios motivos: el soberano trabajo de composición, el desparrame instrumental (ejemplo de solvencia técnica al servicio de la canción, sin pirotecnias) y las letras repletas de dobles sentidos, humor surrealista y, a veces, amargura sentimental. Dentro de una carrera ejemplar, resultan memorables temas como Pitufa, San Franciso (canción emocionante hasta la médula), Sirena de charca, Mona Lisa, La música es un Dios (que inspiró mi primer post aquí, aunque hablaba de otra banda), y un larga ampliación más, ya que son discos sin desperdicio alguno. Y un momento cumbre: el interludio instrumental de América profunda, o cómo hacer un solo con los tres instrumentos al mismo tiempo, siempre respetando la autoridad del magistral Loza, que en ese pasaje consigue los redobles más inauditos que yo haya escuchado. Sobrinus, siempre entrañables y a años luz de casi todo.

  • Los Enemigos/Josele Santiago: la forma es distinta, el fondo similar. Josele Santiago es el mayor letrista y compositor que ha dado el rock en castellano, y esto se acepta como dogma de fe Y PUNTO. Aumentando y elevando hasta cotas insospechadas de intensidad las enseñanzas de otro ilustre, Rosendo, Josele ha dado, ya sea con Enemigos o en solitario, con una especie de piedra filosofal donde combinar desgarro, cinismo, supervivencia, optimismo y poesía. Su universo literario se corresponde con la prodigiosa voz de este DIOS con aspecto humano. Grave y rasgada hasta rozar lo grotesco, esas cuerdas vocales son un ente indisoluble con las historias contadas/cantadas. En mi Olimpo particular junto a los Staley, Cornell, Lanegan o Cobains de turno. Sólo añadir, en cuanto a las letras, que Josele también hace gala de suma inteligencia y una sensibilidad sui generis para los relatos ora descarnados, ora esperanzadores de sus letras, inspiradas por la calle o por vidas propias y ajenas. Musicalmente, Los Enemigos tienen su base en el blues-rock y el rythm 'n' blues corrosivo y gamberro, aunque evolucionaron posteriormente hacia una versatilidad donde Josele adaptaba a su peculiar estilo con la guitarra (otra perogrullada: tiene un feeling realmente singular tocando) que les permitió abarcar blues, punk rock, hard rock y hasta irresistibles medios tiempos flirteando con el pop. Uno de los tres mayores orgasmos musicales que he tenido han sido en sus directos, donde los géneros mencionados ganaban en crudeza, hasta convertir el bolo en toda una ceremonia de afirmación ante la vida. En solitario, Josele ha bajado las revoluciones notablemente y se inclina hacia la canción de autor, perdiendo inmediatez y ganando en poesía. Si tengo que elegir mis discos preferidos de LA VOZ (por favor, me estoy esforzando en mostrar mi nula objetividad y el fanatismo que me ciega, apreciadlo), me quedo con la trilogía La vida mata, Tras el último no va nadie (equivalente a In Utero en su desaliento) y Gas. Por su propia cuenta, Las golondrinas, etcétera es bellísmo. Últimamente los tengo algo abandonados, pero Enemigos han sido la banda sonora más importante de mi vida junto a Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains (que conste que tengo más horizonte musical, pero al César lo que es del César). Y una última petición a los señores de El País: ni se os ocurra volver a comparar a Josele con el puto Sabina. Sin hueso, mi ansiedad.

ORGULLO PATRIO (II)

  • Lagartija Nick: banda de estética inconfundible, Lagartija Nick se distingue por ser unas de las agrupaciones con el culo más inquieto del país . Sus tres primeros discos son un buen tratado de rock oscuro, deudor del after -punk, y cargado de connotaciones eruditas-visionarias sobre la cultura pop y la sociedad de fin de milenio. Los textos de las canciones son el gran baluarte de los granadinos, ya que el bajista, cantante y compositor, Antonio Arias, posee una gran intuición para fundir referencias culturales con citas literarias e imágenes surrealistas. Sin caer en el artificio, aunque a veces lo roce, pocos letristas existen actualmente con esa capacidad de evocación. La banda se ha distinguido siempre por cambios bastante radicales, exceptuando en esa primera trilogía algo más homogénea (Su, Hipnosis, Inercia). Su primer gran corte de mangas fue el histórico, según algunos, Omega, con el cantaor flamenco Enrique Morente poniendo voz a unas composiciones que empezaban a identificarse con el metal y el sonido industrial. Después continuaron las filigranas con Val del Omar, esta vez aprovechando originales de Lorca. Fruto de esta etapa de experimentación, donde el sonido se metaliza por completo al servicio de un concepto temático, sale Lagartijanick, con el viaje espacial como leit motiv. Esta es mi obra favorita de la banda, salvaje en lo musical (espectacular batería), oscura y tremendamente sugestiva, constituyendo uno de esos discos para cerrar los ojos e imaginar paraísos celestes con infiernos nublados. El sonido continúa bastante parejo en contundencia (algo menos en inspiración) en Ulterior. Así, tras pasarse los finales de los 90 y principios de esta década saltando, prácticamente, de monografía en monografía, en 2004 lanzan Lo imprevisto, una regresión al sonido más inmediato y melódico de los inicios, pero con la lección bien aprendida de su periplo más arriesgado en cuanto a la construcción de atmósferas y de unas letras cada vez más enrevesadas y cultistas. El camino parece ser este último, ya que en El shock de Leia, último trabajo por el momento, acentúan el gusto por las melodías menos corrosivas y las letras algo más "humanas". En suma, pocos palos más se pueden tocar a lo largo de una carrera alérgica a las fórmulas, donde los textos invitan a contemplar la realidad como un puré de coincidencias y relaciones insospechadas. No hay presente, es fluencia, es tránsito.

  • Los que se han quedado por ahí: Rosendo (que se merece todo el respeto y mitificación posibles), los Deltonos (Hendrik Roever, ¿el mejor guitarra patrio de blues-rock?), Siniestro Total (que merecen estar aquí sólo por una letra como 'Matar jipis en las cíes'), los Ilegales (Jorge Martínez for president), Hamlet (y que se jodan los puretas, El Inferno y el disco negro son dos pepinazos de aúpa)... Y un pequeño recuerdo para aquellos que también me han acompañado en mi juventud confusa y bienintencionada: La Polla, Def con Dos, Super Skunk... A la mayoría les tengo bastante abandonados, pero toda escucha sirve, lo que no es poco, para ir agudizando las filias y saber lo que se busca.

MUDHONEY- SALA EL SOL- JULIO 2007: HERE COMES SICKNESS!!!!

Con este post rescato entradas del legendario  http://sekitumi.blogspot.com.es/. Iré añadiendo poco a poco todas las salidas de mi puño y letra menos las que den más vergüenza ajena. O no. Ya veremos. Todas llevarán la etiqueta "sekitumi".

Creo poder afirmar que el pasado jueves 12 asistí al mejor concierto de lo que llevamos de año y a uno de los más intensos y memorables que haya visto nunca: Mudhoney en Madrid. Lo primero a destacar es, de nuevo, la merecida hostia que debería haberse llevado el gañán de la mesa de sonido, que logró dejar sin voz a Mr. Mark Arm en tres ocasiones y dejó a un volumen mínimo algún que otro hachazo de fuzz del señor Turner. Ignorando la falta de profesionalidad del sujeto en cuestión, los de Seattle dejaron un sabor de boca inmejorable entre el público. Sigo a esta banda desde los dieciséis años y esta vez (era la segunda ocasión que los veía) me dieron justamente lo que esperaba de ellos: sudor, intensidad, rudeza y tormentas de distorsión.

Recordemos que Mudhoney son, en esencia, la primera banda a la que se aplicó el calificativo de grunge. Compañeros de escena de Nirvana y otras tantas glorias, su éxito comercial siempre estuvo muy limitado por la falta de concesiones y el descarnado espíritu de su sonido, ya que nunca han gozado de sensibilidad popera ni del gancho melódico de otros grupos amigos. Punk, psicodelia, garage y los fundamentos del ahora llamado stoner rock son sus credenciales, a las que unimos en los últimos discos un poso negroide que ellos se encargan de hacer sonar arrastrado y ácido, como debe ser. Este es uno de los secretos del grupo, como bien señalan en Riff-Fanzine: subvertir los géneros y adaptarlos a su particular estilo, que huye de la ortodoxia como de la peste.

El arranque fue espectacular: 'You got it' y 'Suck you dry' pusieron patas arribas la sala El Sol y marcaron lo que sería la actitud del público hasta el final: como si nos hallásemos en algún infecto garito de Seattle lleno de white trash descerebrados haciendo pogo continuamente. El bolo tuvo una acertadísma elección de temas, repasando todos sus trabajos y volándonos la cabeza con los pepinazos de su inicial etapa en Sub Pop. Así, cayeron 'No one has', 'Sweet youn thing ain't sweet no more' (increíble interpretación de Arm), la infalible 'Touch me I'm sick', 'Mudride' (atención al mega solo de Turner, echando chispas con el wah-wah), la destructiva 'I have to laugh' (otra de mis favoritas), 'Into the drink'... De sus dos últimos trabajos, Since we've become traslucent y Under a billions suns, sonaron 'Inside Job', y las fenomenales 'Where is the future', 'It is us' y 'Hard on for war' (colosal riff). Antes del bis, descontrol absoluto en las primeras filas con 'In 'n' out of grace'. Durante el solo de batería, era patente el feliz desconcierto de la banda ante el entusiamo del público, ante el cual respondieron con generosidad y derrochando carisma. En la segunda parte, Arm se transformó, más que nunca, en una especie de Iggy Pop rejuvenecido y nos dejó directamente sin aliento. Histérico y divertido a la vez, se descolgó la rítmica para obsequiarnos con la faceta más sucia de la banda. 'Fix me', 'The money will roll again' (muy especial, ya que es un tema en el que colaboraba Cobain) y el apocalíptico final con 'Hate the Police' (con la voz de Arm llegando al paroxismo de rabia y desgañite) así lo atestiguan. Tocaron también otros tres temas que confieso desconocer, pero desde luego la adrenalina seguía fluyendo.


La banda acusa los años para bien, con una eficacia brutal sobre el escenario y bastante sobriedad escénica, si exceptuamos el memorable final, con Arm contagiado de la locura del público. Turner es un guitarrista que patea el culo de los virtuosos de academia con su particular sonido y la capacidad de asumir influencias y deformarlas. Por supuesto, no faltó el proverbial e influyente sonido de fuzz saturado y el wah- wah más sucio y descarado. Dan Peters es una puta bestia con las baquetas y Guy Madisson ya es miembro plenamente integrado, posiblemente mejor músico que Lukin. Y premio especial para el jefazo: Mark Arm. Esto es un frontman y lo demás son gilipolleces. Cantó con una rabia y una potencia descomunales, demostrando que sus limitaciones vocales son compensadas con el sapientísmo uso que hace de su registro nasal, amén de una capacidad infernal para el alarido. Como ya he dicho antes, no es nada fácil clavar como hizo la interpretación de 'Sweet young thing...', donde no pude evitar soltar un 'joderrrrr' al final de cada estrofa. Piel de pollo constante con su vozarrón quebrantado. Y derrochando actitud en su momento iguana. De nuevo, Mudhoney, PUTOS AMOS.

lunes, 7 de mayo de 2012

OTRO ESTÚPIDO POST SOBRE LA "CRISIS"

Llevo sin escribir aquí años. La razón: siempre hay alguien que ya ha dicho lo que pienso, y seguramente mejor. Pero la única libertad que me queda es perder mi tiempo como me salga de los huevos.

Veamos: soy uno más. Llevo casi cuatro años en el paro. Serían menos si me hubiera dado la gana buscarme curros de supervivencia, pero como no hay niños ni hipotecas he decidido no colaborar con esta gran mentira en la medida de lo posible. Si no cuentan conmigo yo tampoco quiero cotizar ni consumir ni ayudar a perpetuar lo inmoral y lo inaceptable de esta maravillosa dictadura del libre mercado. Algún día no quedará más remedio que dejar de parasitar a mi familia. Quién sabe, a lo mejor si no me hubieran llenado la cabeza de ilusiones y de falsas promesas a lo mejor yo no sería un pobre imbécil autocompasivo e hipócrita. Esto último es muy autocompasivo y muy hipócrita, por cierto.

El caso es que he leído esto http://elhombrebizantino.wordpress.com/2012/04/22/el-presidente-del-pas-de-los-horrores/ Y he decidido hacer un corta-pega de mis propios comentarios en el mismo. Tengo tanta jeta que ni siquiera me voy a molestar en hacer algo original, pero al menos la materia prima del reciclaje es de mi cosecha. Ah, por cierto, trata sobre la "crisis" (lo entrecomillo a modo de abreviatura de su verdadera denominación: GOLPE DE ESTADO INTERNACIONAL). Dejad que os ilumine y pasémonos por el forro una serie de lugares comunes acerca de la esperpéntica situación que nos ha tocado vivir/sufrir/observar con perplejidad:

  • La culpa la tiene Zapatero. Probablemente, y también de que al batería de Metallica se le haya olvidado tocar. La "crisis" ha sido provocada por una exigua minoría que atesora el control sobre los poderes financieros, es decir, los privilegiados que aún no eran lo suficientemente archimillonarios y que han creado su riqueza a partir de la mera especulación, actividad que ni crea puestos de trabajo ni hace grande a ningún país, a pesar de que estos nobles “emprendedores” siempre tienen a bien llenarse la boca con soflamas patrióticas. El conocido argumento de que la crisis la provocó Zapatero es falso: el fenómeno se lleva gestando durante décadas a nivel mundial, agravado en nuestro país por un modelo de crecimiento económico tercermundista basado en la especulación inmobiliaria y en el turismo. Modelo instaurado, ya de paso lo recordamos todos, en el franquismo, y perpetuado en democracia por todos y cada uno de los partidos que han pasado por el Gobierno, incluido el ya mencionado ex-presidente, del cual no está de más recordar que no dudó en ocultar la gravedad de la situación cuando todo empezaba a derrumbarse (recordemos que 2008 fue año de elecciones, hay que mentir sin piedad) hasta que no tuvo más remedio que traicionar y renegar de sus propias convicciones.
  • La culpa la tienen los fachas/ La culpa la tienen los rojos. Enlazando con lo anterior, es fácil ver cómo el poder político, tanto la derecha como la izquierda, han sido cómplices en este golpe de estado internacional para perpetuar los privilegios de los más ricos. Lo amazing de todo esto es que a pesar de que los partidos políticos españoles se han retratado de forma bastante elocuente en todo lo relativo a su “credibilidad” quedan aún españolitos con fe ciega en que la estrategia contra la crisis del actual Gobierno es la única salida posible. A saber: el empobrecimiento de los que menos tienen, la destrucción del sector público y, lo más INACEPTABLE de todo, EL PERDÓN IMPLÍCITO A LOS RESPONSABLES. ¿De verdad alguien cree que los mismos que han consentido y se han beneficiado con esta tragedia ahora se van a arrepentir y van a salir con la verdad por delante? Sobre la guerra de trincheras, y dado que no faltará quien presuma mi adhesión incondicional al gobierno anterior por renegar del actual, puntualizo: ni voto ni simpatizo con ningún partido justamente desde 2008, cuando más palpable se hizo que el poder político en España ha perdido su razón de ser como depositario de la soberanía popular.
  • A todos nos afecta la crisis. Me imagino que estarán más incómodos los que no llegan a fin de mes o recurren a la beneficencia que los que se siguen lucrando con la “crisis” ¿A quién cojones van a dar los contratos de todos los servicios públicos que se están eliminando o privatizando? Pregunten a m.i.l.f Cospedal o a esa encarnación del mal como estilo de vida que gobierna la Comunidad de Madrid.
  • El Estado del Bienestar es insostenible, es el fin de un ciclo histórico. No hombre no, lo que se está colapsando es el libre mercado, "libre" en su sentido puramente etimológico, claro está, porque en su uso práctico no es más que un fascismo de nuevo cuño donde la parafernalia militar ha mutado en parafernalia consumista y especulativa. Antes te quitaban la vida por no pensar lo que debías, ahora directamente te amenazan con matarte de hambre. Siendo cínicos, igual es cierto que el Estado del Bienestar se está agotando en todo el mundo, incluidos los países nórdicos, aunque curiosamente la situación de esos países nada tiene que ver con el Mediterráneo, donde las mayores atrocidades especulativas se han cometido impunemente.
  • Buscar responsables es una pérdida de tiempo. Me imagino este argumento antes del proceso de Nüremberg y es que me troncho yo solo: "No busquemos culpables, lo que hay que hacer es partir de cero y crear otro sistema menos ario y con menos inquina." Formidable. Claro está que si el mayor valedor mundial de capitalismo, los EE. UU, se ha pronunciado en contra de los excesos de la desregularización de los mercados y la necesidad de acabar con la economía meramente especulativa es porque no hay culpables o no merece la pena buscarlos. Cuando vuelvan a hacer lo mismo les damos un aplauso y nos admiraremos de su astucia una vez más para reírse de millones de personas y arruinarnos la vida.
  • No hay que buscar salidas ideológicas a la actual situación. Supongo que no querer buscar las raíces del problema ni señalar responsables como si esto fuera una mero desastre natural inevitable no constituye por sí mismo una ideología. Claro.
Como bien dice una persona muy cercana, lo único bueno de esto es comprobar la cantidad de cosas prescindibles que creíamos necesitar, y que gran parte de esta confusión y esta enorme frustración colectiva nacen de unas expectativas sobredimensionadas con las que nos hemos criado varias generaciones: estudia mucho y fórmate mucho y trabaja mucho y cagarás dinero y tendrás la casa llena de mierdas tecnológicas y cuanto más tengas más feliz serás. Todo esto dicho de nuevo desde la sana óptica del cinismo. Ahora me da por culo no poder viajar o no poder tener una Fender Jazzmaster. Igual dentro de otros cuatro años me da por culo estar debajo de un puente. O a lo mejor resulta que todo ha sido una mala borrachera y el mundo entero ha hecho un esfuerzo purgante de vómito colectivo y hay que empezar de cero sabiendo lo que no hay que volver a hacer.

Esta última opción me gusta.