miércoles, 23 de mayo de 2012

ORGULLO PATRIO (II)

  • Lagartija Nick: banda de estética inconfundible, Lagartija Nick se distingue por ser unas de las agrupaciones con el culo más inquieto del país . Sus tres primeros discos son un buen tratado de rock oscuro, deudor del after -punk, y cargado de connotaciones eruditas-visionarias sobre la cultura pop y la sociedad de fin de milenio. Los textos de las canciones son el gran baluarte de los granadinos, ya que el bajista, cantante y compositor, Antonio Arias, posee una gran intuición para fundir referencias culturales con citas literarias e imágenes surrealistas. Sin caer en el artificio, aunque a veces lo roce, pocos letristas existen actualmente con esa capacidad de evocación. La banda se ha distinguido siempre por cambios bastante radicales, exceptuando en esa primera trilogía algo más homogénea (Su, Hipnosis, Inercia). Su primer gran corte de mangas fue el histórico, según algunos, Omega, con el cantaor flamenco Enrique Morente poniendo voz a unas composiciones que empezaban a identificarse con el metal y el sonido industrial. Después continuaron las filigranas con Val del Omar, esta vez aprovechando originales de Lorca. Fruto de esta etapa de experimentación, donde el sonido se metaliza por completo al servicio de un concepto temático, sale Lagartijanick, con el viaje espacial como leit motiv. Esta es mi obra favorita de la banda, salvaje en lo musical (espectacular batería), oscura y tremendamente sugestiva, constituyendo uno de esos discos para cerrar los ojos e imaginar paraísos celestes con infiernos nublados. El sonido continúa bastante parejo en contundencia (algo menos en inspiración) en Ulterior. Así, tras pasarse los finales de los 90 y principios de esta década saltando, prácticamente, de monografía en monografía, en 2004 lanzan Lo imprevisto, una regresión al sonido más inmediato y melódico de los inicios, pero con la lección bien aprendida de su periplo más arriesgado en cuanto a la construcción de atmósferas y de unas letras cada vez más enrevesadas y cultistas. El camino parece ser este último, ya que en El shock de Leia, último trabajo por el momento, acentúan el gusto por las melodías menos corrosivas y las letras algo más "humanas". En suma, pocos palos más se pueden tocar a lo largo de una carrera alérgica a las fórmulas, donde los textos invitan a contemplar la realidad como un puré de coincidencias y relaciones insospechadas. No hay presente, es fluencia, es tránsito.

  • Los que se han quedado por ahí: Rosendo (que se merece todo el respeto y mitificación posibles), los Deltonos (Hendrik Roever, ¿el mejor guitarra patrio de blues-rock?), Siniestro Total (que merecen estar aquí sólo por una letra como 'Matar jipis en las cíes'), los Ilegales (Jorge Martínez for president), Hamlet (y que se jodan los puretas, El Inferno y el disco negro son dos pepinazos de aúpa)... Y un pequeño recuerdo para aquellos que también me han acompañado en mi juventud confusa y bienintencionada: La Polla, Def con Dos, Super Skunk... A la mayoría les tengo bastante abandonados, pero toda escucha sirve, lo que no es poco, para ir agudizando las filias y saber lo que se busca.

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