miércoles, 23 de mayo de 2012

ORGULLO PATRIO (I)

Estamos de acuerdo en que los anglosajones son el referente incuestionable en materia de hacer ruidaco, pero sí es cierto que aquí existe gente de talento más que reivindicable. Y como suponéis, no me refiero al maldito rock calimotxero con su demagogia radikal. Al turrón, pues:


  • Sobrinus: el nombre ya delata su devoción hacia Primus, enorme power-trio yanqui de funk progresivo con toques de Zappa. Sobrinus son una mis bandas de cabecera, poseedores de una fressssshcura de altos vuelos, y tristemente disueltos hace casi dos años. Los de Sidney Gámez elaboraron tres discos repletos de imaginación, tanto en lo musical como en las letras, combinando alocadas piezas de funk rock con locuras instrumentales y momentos más introspectivos. ¿Sus poderes? La inconfudible voz pitufada y comunicativa del señor Gámez, el delicioso bajo funk de Javi y dos portentos a la batería: Loza en los dos primeros trabajos y David Parra en el último. La recomendación es extensible a todas sus obras, pero sobre todo destacaría la segunda, Zapping. Por varios motivos: el soberano trabajo de composición, el desparrame instrumental (ejemplo de solvencia técnica al servicio de la canción, sin pirotecnias) y las letras repletas de dobles sentidos, humor surrealista y, a veces, amargura sentimental. Dentro de una carrera ejemplar, resultan memorables temas como Pitufa, San Franciso (canción emocionante hasta la médula), Sirena de charca, Mona Lisa, La música es un Dios (que inspiró mi primer post aquí, aunque hablaba de otra banda), y un larga ampliación más, ya que son discos sin desperdicio alguno. Y un momento cumbre: el interludio instrumental de América profunda, o cómo hacer un solo con los tres instrumentos al mismo tiempo, siempre respetando la autoridad del magistral Loza, que en ese pasaje consigue los redobles más inauditos que yo haya escuchado. Sobrinus, siempre entrañables y a años luz de casi todo.

  • Los Enemigos/Josele Santiago: la forma es distinta, el fondo similar. Josele Santiago es el mayor letrista y compositor que ha dado el rock en castellano, y esto se acepta como dogma de fe Y PUNTO. Aumentando y elevando hasta cotas insospechadas de intensidad las enseñanzas de otro ilustre, Rosendo, Josele ha dado, ya sea con Enemigos o en solitario, con una especie de piedra filosofal donde combinar desgarro, cinismo, supervivencia, optimismo y poesía. Su universo literario se corresponde con la prodigiosa voz de este DIOS con aspecto humano. Grave y rasgada hasta rozar lo grotesco, esas cuerdas vocales son un ente indisoluble con las historias contadas/cantadas. En mi Olimpo particular junto a los Staley, Cornell, Lanegan o Cobains de turno. Sólo añadir, en cuanto a las letras, que Josele también hace gala de suma inteligencia y una sensibilidad sui generis para los relatos ora descarnados, ora esperanzadores de sus letras, inspiradas por la calle o por vidas propias y ajenas. Musicalmente, Los Enemigos tienen su base en el blues-rock y el rythm 'n' blues corrosivo y gamberro, aunque evolucionaron posteriormente hacia una versatilidad donde Josele adaptaba a su peculiar estilo con la guitarra (otra perogrullada: tiene un feeling realmente singular tocando) que les permitió abarcar blues, punk rock, hard rock y hasta irresistibles medios tiempos flirteando con el pop. Uno de los tres mayores orgasmos musicales que he tenido han sido en sus directos, donde los géneros mencionados ganaban en crudeza, hasta convertir el bolo en toda una ceremonia de afirmación ante la vida. En solitario, Josele ha bajado las revoluciones notablemente y se inclina hacia la canción de autor, perdiendo inmediatez y ganando en poesía. Si tengo que elegir mis discos preferidos de LA VOZ (por favor, me estoy esforzando en mostrar mi nula objetividad y el fanatismo que me ciega, apreciadlo), me quedo con la trilogía La vida mata, Tras el último no va nadie (equivalente a In Utero en su desaliento) y Gas. Por su propia cuenta, Las golondrinas, etcétera es bellísmo. Últimamente los tengo algo abandonados, pero Enemigos han sido la banda sonora más importante de mi vida junto a Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains (que conste que tengo más horizonte musical, pero al César lo que es del César). Y una última petición a los señores de El País: ni se os ocurra volver a comparar a Josele con el puto Sabina. Sin hueso, mi ansiedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario